domingo, 13 de marzo de 2011

Irak, Egipto, Libia

Durante las últimas semanas se repitieron noticias sobre los sucesos políticos en países árabes; sin embargo, no hubo la misma regularidad para difundir/denunciar los dramas relacionados con la cultura de naciones que ayudaron al conocimiento universal. 

El caso más triste que debería demandar la atención mundial es el relacionado con el territorio que ahora corresponde a Irak. Desde colegio aprendemos sobre Mesopotamia, donde se originó la civilización, el dominio de la agricultura y el aprendizaje sistémico sobre la naturaleza. Durante siglos, los habitantes de ese espacio entre el Éufrates y el Tigris crearon obras de arte, desde vasijas caseras hasta joyas, palacios, esculturas y murales en lapislázuli.

Al saqueo imperial de ingleses y otros europeos se sumó la ignorancia y ambición de las tropas estadounidenses y de sus aliados para destruir restos de los jardines de Babilonia, obras de valor de los museos de Bagdad, edificios históricos. Aunque algunos periodistas y canales públicos europeos denunciaron ese "efecto colateral" de la guerra de las mentiras contra Irak, no se conoce que soldados o que Washington devolvieran los robos o indemnizaran la destrucción de ese patrimonio cultural de la Humanidad. 

Por su parte, durante décadas, el Ministerio de Culturas de Egipto reclamó a Europa por los monumentos y obras de arte saqueados durante guerras de colonización o por arqueólogos. Uno de los temas pendientes es el Obelisco de París y otro, que suscitó muchas discusiones entre los propios gestores culturales alemanes, fue el del busto de la bella Nefertiti, emblema del Museo Egipcio de Berlín. 

¿Tienen o no tienen los pueblos colonizados el derecho de reclamar por las obras de arte de sus directos antepasados? El valor de esos objetos es absolutamente incalculable. Seguramente no es sólo el precio lo que motiva los debates, sino el fondo. Son obras sacadas por guerreros, desde Napoleón a los soldados modernos. Parece que se derrumba el pretexto de que la falta de democracia o de organización de los países tercermundistas no garantiza el cuidado de las piezas. 

Por su parte, Libia, bajo Muammar al-Gaddafi, logró el 2008 la promesa de Italia de pagar 5.000 millones de dólares como indemnización por el costo que significó para estos beduinos el dominio colonial de Roma entre 1911 y 1942. Se calcula que al menos 20.000 libios fueron asesinados y otros 100.000 deportados. La vida tradicional de esas tribus fue desarticulada para siempre. 

Silvio Berlusconi tardó en cumplir el convenio, más preocupado por impedir el creciente número de migrantes ilegales libios a sus islas sureñas, Sicilia. 

El acuerdo marco que la Unión Europea negociaba con Libia incluía temas humanitarios, pero de la indemnización por los asuntos del pasado no se habló mucho. Más bien, las compañías petroleras estadounidenses, francesas, rusas, se apresuraron para ganar los contratos para la explotación y comercialización de las riquezas libias en gas y petróleo. De lado se dejaron los índices de altísima corrupción de ese régimen, otrora revolucionario, que enriqueció a una familia y a sus allegados. 

Más allá de condenar dictaduras y autocracias, debemos preguntarnos siempre el origen de los problemas, en los cuales el colonialismo aportó al estropicio general. 






Adriana Y. Araujo A.
CAF tercer parcial

fuente: http://www.laprensa.com.bo/noticias/13-3-2011/noticias/13-03-2011_12955.php

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